Garantizar una recuperación duradera: covid-19 y más allá

Comunicado de prensa  | 
29 de junio de 2021
  • La contundente respuesta de las políticas económicas a la covid-19 propició un repunte económico más rápido de lo esperado, pero la desigual recuperación plantea formidables desafíos a las autoridades.
  • En el corto plazo, un apoyo público flexible es clave para promover la recuperación. En el largo plazo, las políticas monetaria y fiscal tendrán que restablecer márgenes de seguridad, una tarea nada fácil dadas las inusitadas condiciones de partida y las insuficientes reformas estructurales.
  • La pandemia ha agravado la desigualdad de rentas y de la riqueza. La política monetaria no puede incidir en su trayectoria alcista a largo plazo, pero sí puede mitigar la desigualdad luchando contra la inestabilidad macroeconómica, en consonancia con su mandato.

Las medidas rápidas y contundentes adoptadas por bancos centrales y gobiernos han limitado los daños económicos causados por la pandemia de covid-19; de cara a la siguiente fase de la recuperación, los responsables de la formulación de políticas deben prepararse para retos distintos pero no menos formidables, afirma el Banco de Pagos Internacionales (BPI) en su Informe Económico Anual 2021

En su publicación económica insignia, el BPI tilda de incompleta y desigual la recuperación mundial hasta la fecha, ya que algunos países y sectores están remontando rápidamente mientras que otros quedan rezagados. La dispar recuperación podría causar dificultades en particular a las economías de mercado emergentes (EME), como consecuencia del endurecimiento de las condiciones financieras por la transición más rápida de las economías avanzadas.  

Cuestiones como las insolvencias de empresas y la reasignación del capital y la mano de obra ocuparán el primer plano el próximo año. El Informe presenta un escenario central de recuperación con un incremento temporal de la inflación, junto con otros dos escenarios más complicados. En uno de ellos, el amplio estímulo fiscal y la utilización del ahorro acumulado dan lugar a un crecimiento más fuerte, pero también a un aumento de la inflación y un endurecimiento sustancial de las condiciones financieras mundiales. En el otro, el crecimiento no está a la altura de lo esperado porque el virus resulta más difícil de controlar.  

«El mundo entero entró en esta crisis de forma repentina y al unísono, pero la salida está siendo más lenta y escalonada. Aunque la recuperación ha sido más rápida y fuerte de lo que cabría haber imaginado hace un año, el peligro aún no ha pasado. Los responsables de las políticas deben gestionar con sumo cuidado los riesgos derivados de esta divergencia económica y de políticas y sentar una base sólida para el crecimiento a largo plazo», dice Agustín Carstens, Director General del BPI. 

Dada la incertidumbre sobre el curso de la pandemia, las políticas monetaria y fiscal tendrán que proporcionar apoyo y, al mismo tiempo, mantener su flexibilidad y su margen de maniobra. Además, deberán facilitar la reasignación de recursos ante los cambios en la demanda que ha causado la pandemia.

«Salimos de la pandemia con más deuda pública, tasas de interés más bajas y balances de los bancos centrales más abultados. Normalizar la política monetaria y fiscal en el largo plazo aportará un margen de seguridad necesario para hacer frente a acontecimientos imprevistos como la propia pandemia o futuras recesiones. Y para garantizar una recuperación duradera será necesario abordar las consecuencias más perdurables de la pandemia», añadió Agustín Carstens. 

El punto de partida sin precedentes, tanto por las tasas de interés excepcionalmente bajas como por los niveles excepcionalmente altos de deuda, hace que estemos ante una tarea muy difícil. Elevar el crecimiento potencial es esencial, y solo puede hacerse mediante reformas estructurales contundentes y continuadas.

Asimismo, el Informe analiza: 

Además, el Informe aborda la creciente desigualdad de rentas y de la riqueza, que la pandemia ha agravado. Analiza las causas estructurales de la desigualdad, incluidas la globalización y la tecnología, y el papel que la política monetaria desempeña en su mitigación.

«Las tendencias a largo plazo de la desigualdad obedecen a fuerzas estructurales que van más allá del alcance de la política monetaria. Pero eso no quiere decir que la política monetaria no tenga un papel que desempeñar. La elevada inflación y la inestabilidad económica y financiera amplifican la desigualdad, y los mandatos de los bancos centrales se centran precisamente en luchar contra esa inestabilidad», afirma Claudio Borio, Jefe del Departamento Monetario y Económico del BPI.

La naturaleza cambiante del ciclo económico y la mayor frecuencia de recesiones económicas complican esta tarea, sostiene el Informe. Por lo tanto, es más importante que nunca que las políticas fiscal, prudencial y estructural lleven a cabo una labor complementaria para estabilizar la economía.