Nuevos baches en la senda de la normalización

BIS Quarterly Review  | 
16 de diciembre de 2018

Durante el periodo analizado, que empezó a mediados de septiembre, los mercados financieros experimentaron fuertes oscilaciones, que en última instancia resultaron en una acusada corrección. Los precios de los activos cayeron de forma generalizada, y los rendimientos de la deuda pública estadounidense subieron en octubre para luego ceder todo lo ganado y continuar bajando cuando se generalizaron las ventas masivas de activos de riesgo. La volatilidad y las primas por plazo se dispararon. En diciembre, otra ronda de turbulencias, esta vez acompañada por rendimientos más bajos, sacudió a los mercados. El reajuste de los precios se produjo en un contexto caracterizado por las dispares señales de la actividad económica mundial y por el endurecimiento gradual pero persistente de las condiciones financieras. También reflejó los vaivenes de las constantes tensiones comerciales y la mayor incertidumbre política en la zona del euro. Estos baches actuaron como recordatorio del estrecho camino por el que avanzan los bancos centrales en pos de la normalización de su política monetaria, en un contexto generalmente complicado para las políticas económicas. 

Las condiciones financieras se endurecieron ligeramente en Estados Unidos. En octubre, los rendimientos de la deuda pública estadounidense a 10 años se negociaron sistemáticamente por encima del umbral del 3% que había sido su límite máximo durante los últimos 12 meses. Los rendimientos siguieron elevados durante la mayor parte de noviembre, impulsados por los rendimientos reales, pero cayeron por debajo del 3% a principios de diciembre. Las primas de riesgo, incluida la prima por plazo, se anotaron avances, y la búsqueda de rentabilidad perdió intensidad. Las valoraciones de las acciones estadounidenses, con el sector tecnológico a la cabeza, se desplomaron en octubre, a pesar de los buenos beneficios trimestrales publicados. Los precios de las acciones se mostraron volátiles en noviembre y volvieron a caer en diciembre. Los inversores parecían nerviosos por la escasa visibilidad de los resultados, en un entorno caracterizado por las tensiones comerciales, el deterioro de las condiciones en todo el mundo y la voluntad de la Reserva Federal de continuar avanzando en la progresiva normalización de su política monetaria. Los diferenciales de rendimiento de la deuda corporativa se ampliaron, en particular en los segmentos de menor calidad crediticia. 

El reajuste de los precios de los activos de riesgo tuvo carácter global. Los mercados bursátiles estadounidenses arrastraron en su caída a los de otras economías avanzadas y de mercado emergentes, en lo que acabó siendo un desplome generalizado de las bolsas. En Europa, los diferenciales de la deuda corporativa también se ampliaron considerablemente, sobre todo los de empresas financieras. En particular, las cotizaciones de los bancos sufrieron nuevas presiones al aumentar la incertidumbre política, especialmente la relativa a los presupuestos italianos y, en menor medida, al Brexit. 

En las economías de mercado emergentes (EME), tras un verano marcado por las salidas de capitales y las tensiones en algunas jurisdicciones, las condiciones financieras continuaron siendo restrictivas pero relativamente estables. Las monedas volvieron a despreciarse frente al dólar estadounidense al principio del periodo, reflejando las expectativas de endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal. Pero la fuerte caída de los precios del crudo supuso cierto alivio para los países importadores de petróleo, tras un inusual periodo de fortalecimiento simultáneo del crudo y del dólar. Las salidas de inversión de cartera en renta fija de EME disminuyeron en general y los diferenciales de la deuda en moneda local se estrecharon.