Las divergencias se amplían en los mercados

BIS Quarterly Review  | 
23 de septiembre de 2018

El comienzo del segundo semestre de 2018 marcó un cambio radical en el sentir de los mercados financieros. Un nuevo repunte del dólar estadounidense y la escalada de tensiones comerciales provocaron un endurecimiento desigual de las condiciones financieras mundiales. La Reserva Federal continuó retirando la acomodación monetaria de forma gradual y predecible, mientras que la economía estadounidense volvió a acelerarse, en parte gracias a los estímulos fiscales del pasado año. Sin embargo, las condiciones financieras en Estados Unidos siguieron relajándose. Las condiciones se endurecieron ligeramente en los mercados crediticios de algunas economías avanzadas (EA). En cambio, el endurecimiento fue muy acusado en las economías de mercado emergentes (EME), algunas de las cuales sufrieron depreciaciones cambiarias y vieron reducido su acceso a financiación, en un contexto caracterizado por indicios de desorden en los mercados de las economías más vulnerables.

Los mercados financieros de Estados Unidos describieron una trayectoria muy distinta de la del resto de mercados. Las bolsas estadounidenses avanzaron hasta dejar claramente atrás a las de EA y EME, y su volatilidad se redujo progresivamente. La constante acomodación proporcionada por el BCE y el Banco de Japón y el repliegue hacia activos seguros de quienes habían invertido en las EME ahora en dificultades contribuyeron a mantener a raya los rendimientos de la deuda pública estadounidense a largo plazo pese a las expectativas de nuevas emisiones del Tesoro. Como consecuencia, la curva de rendimientos estadounidense volvió a aplanarse, acercándose a la inversión. En general, las condiciones financieras continuaron siendo más laxas en Estados Unidos que en el resto de las principales EA. Por ejemplo, mientras que los diferenciales de rendimiento de los prestatarios corporativos estadounidenses se mantuvieron relativamente planos entre junio y mediados de septiembre, los de la deuda corporativa europea registraron ampliaciones moderadas que se sumaron a las que ya se habían producido en mayo. Este incremento de los diferenciales se debió en parte al aumento de los costes de endeudamiento que sufrieron algunas entidades financieras europeas como consecuencia de las tensiones soberanas dentro de la zona del euro y las exposiciones de algunos bancos a EME vulnerables.

El endurecimiento de las condiciones financieras en las EME agravó la presión a la que ya se habían visto sometidas en fechas anteriores del año. En un contexto de mayor fortaleza del dólar estadounidense, crecientes tensiones comerciales y nuevos indicios de una desaceleración de la economía china, las entradas de inversión de cartera siguieron siendo reducidas. Con la complicación añadida de las vulnerabilidades internas, determinados países experimentaron incluso salidas de inversión de cartera, ya que la incertidumbre política o de las políticas contribuyó a las tensiones del mercado en algunas jurisdicciones. La depreciación de las monedas coincidió con una ampliación de los diferenciales soberanos tanto para instrumentos denominados en dólares como para los títulos en moneda local. Los daños que los activos de EME fueron acumulando desde que comenzara la escalada de tensiones comerciales mundiales a finales de marzo fueron en algunos aspectos mayores que los causados por el taper tantrum de 2013 o la devaluación del renminbi en agosto de 2015. Sin embargo, en términos generales los niveles de los diferenciales soberanos se situaron en esta ocasión por debajo de los de episodios anteriores y el contagio desde los países más afectados fue limitado. No obstante, a mediados de septiembre los inversores continuaban preocupados por la posibilidad de que las tensiones financieras de las EME se intensificaran y se propagaran a otros países.