La política monetaria y la preocupación por la deuda soberana marcan el rumbo de los mercados

BIS Quarterly Review  | 
13 de diciembre de 2010

En el periodo comprendido entre finales de agosto y comienzos de diciembre, dos temas marcaron la pauta en los mercados financieros internacionales. Hasta principios de noviembre, la lentitud de la recuperación económica percibida en las principales economías avanzadas intensificó las expectativas de los inversores sobre la adopción de nuevas medidas acomodaticias por los bancos centrales. A partir de principios de noviembre, resurgió la preocupación por el riesgo soberano en varias economías de la zona del euro, convirtiéndose en el tema dominante.

Durante el primer periodo, buena parte de la atención se centró en la Reserva Federal estadounidense y en su anuncio, a primeros de noviembre, de una segunda ronda de compras de deuda del Tesoro a gran escala. El anuncio definitivo de la Fed se produjo tras un prolongado periodo en el que sus altos cargos intentaron preparar a los mercados mediante discursos y otras declaraciones públicas. Por consiguiente, entre agosto y principios de noviembre, los rendimientos reales y nominales de la deuda estadounidense disminuyeron significativamente, mientras las cotizaciones bursátiles subían con fuerza, conforme los inversores iban descontando las futuras medidas. Al mismo tiempo, los indicadores de mercado sugerían que los inversores en deuda estaban revisando al alza sus expectativas de inflación en Estados Unidos.

La anticipada expansión monetaria de la Fed también tuvo un impacto visible en los precios de mercado fuera de Estados Unidos. El dólar estadounidense se depreció frente a la mayoría de las principales divisas, lo cual, unido a unas tasas de interés estadounidenses aún más bajas, convirtió al dólar en la moneda de financiación elegida para las operaciones de carry trade e intensificó los flujos de capital hacia los mercados emergentes. El resultado, reflejado en un repunte de los precios de la renta fija y variable en las economías emergentes de mayor crecimiento, indujo en algunos de estos países la adopción de medidas para frenar las entradas de capital.

A comienzos de noviembre, la atención se desplazó hacia la zona del euro, conforme crecía la preocupación de los mercados por los riesgos en Irlanda y en otras economías europeas. De nuevo, se ampliaron significativamente los diferenciales de rendimiento de la deuda pública emitida por los países afectados. En esta ocasión, la preocupación obedeció a dos factores: el deterioro de la situación presupuestaria irlandesa por el continuo apoyo público a los bancos con problemas y la consideración de modificaciones al Tratado de la UE que obligarían a asumir pérdidas a los tenedores de títulos de deuda cuando los gobiernos emisores atravesaran dificultades financieras. El paquete de ayuda a Irlanda acordado por la UE a finales de noviembre no consiguió calmar la tensión y los siguientes países en acaparar la atención fueron Portugal y España primero, y Bélgica e Italia después. Sin embargo, la situación se estabilizó a comienzos de diciembre en anticipación de posibles ayudas del BCE.