La elevada inflación exige medidas oportunas y decididas de los bancos centrales (BPI)

Comunicado de prensa  | 
26 de junio de 2022
  • Restaurar un nivel de inflación bajo y estable exige de los bancos centrales medidas oportunas y decididas, limitando su impacto sobre el crecimiento y salvaguardando la estabilidad financiera.
  • El riesgo de estanflación se cierne sobre la economía mundial: a la amenaza de una nueva era de inflación se suman perspectivas de menor crecimiento y más vulnerabilidades financieras.
  • Los responsables de formular políticas deben insistir en reformas que sostengan el crecimiento a largo plazo y que sienten las bases para ir normalizando los entornos de las políticas fiscal y monetaria.

En su emblemático informe económico el Banco de Pagos Internacionales (BPI) afirmó que la economía mundial corría el riesgo de entrar en una nueva era de alta inflación. Se destaca el peligro de estanflación, ya que las persistentes interrupciones por la pandemia, la guerra en Ucrania, el fuerte encarecimiento de las materias primas y las vulnerabilidades financieras ensombrecen las perspectivas. 

Según el Informe Económico Anual de 2022 del BPI, la prioridad es que los bancos centrales restauren un nivel bajo y estable de inflación. Al hacerlo, habrán de procurar minimizar el impacto en la actividad económica, salvaguardando con ello la estabilidad financiera. Si diseñar un aterrizaje suave de este tipo ya fue difícil en el pasado, las condiciones de partida actuales lo convierten en todo un reto, apuntó el BPI.

El BPI señaló que es improbable que la estanflación de la década de 1970 se repita, algo que habría que agradecer a los marcos macroprudenciales y a las mejoras en la política monetaria, así como a la menor dependencia energética, pero advirtió que el entorno actual de vulnerabilidades financieras (elevado endeudamiento y activos sobrevalorados) podría amplificar cualquier desaceleración.

«La clave está en que los bancos centrales actúen con prontitud y determinación antes de que la inflación se afiance», manifestó Agustín Carstens, Director General del BPI. «Si arraigase, los costes de reconducirla y controlarla serían mayores. Las ventajas de salvaguardar la estabilidad para hogares y empresas superan a más largo plazo cualquier coste en que se incurra a corto plazo».

El Informe profundiza en el proceso inflacionario para esclarecer el mecanismo por el cual, en ciertas condiciones, las alzas de precios en bienes y servicios específicos pueden acabar mutando en una inflación persistentemente mayor y generalizada. El análisis del BPI muestra que, en entornos de alta inflación, el encarecimiento de componentes específicos como alimentación o carburantes tiende a ejercer un efecto mayor y más persistente en la inflación general que cuando la inflación es baja. Durante la transición de un régimen de inflación baja a otro de inflación alta las presiones inflacionarias tienden a realimentarse de manera autónoma conforme los cambios en precios específicos empiezan a cobrar mayor importancia en el comportamiento de las personas.

«El desafío a corto plazo de garantizar una inflación baja coexiste con el reto, largo tiempo sostenido, de reponer márgenes de seguridad para el futuro en las políticas macroeconómicas», indicó Claudio Borio, Director del Departamento Monetario y Económico. «Las presiones sobre la política fiscal van a más. Esto complica la tarea de la política monetaria y realza la importancia de acometer reformas que sostengan el crecimiento a largo plazo».

El Informe también examina:

  • El impacto de la actual subida de precios de materias primas comparado con la década de 1970
  • Los factores que determinan aterrizajes forzosos y suaves tras endurecerse la política monetaria
  • Los mecanismos de propagación entre sectores de cambios en los precios
  • Los efectos que tendrían tipos de interés más altos en el crecimiento y en los precios de activos