La economía mundial

BIS Annual Economic Report  | 
24 de junio de 2006

La fortaleza de la economía mundial sorprendió nuevamente en 2006, con el inesperado aguante del consumo en Estados Unidos (pese al notable debilitamiento del mercado de la vivienda), la expansión generalizada en otros países industriales avanzados y la continuidad del rápido crecimiento en las economías de mercado emergentes. La inflación permaneció contenida, con un retroceso del índice general en el segundo semestre. No obstante, persistieron las presiones inflacionistas subyacentes, reflejo de tasas altas o crecientes de utilización de los factores productivos en las principales economías.

La previsión de consenso para 2007 apunta a la continuidad de la expansión económica generalizada -aunque a un ritmo algo inferior al de 2006-, a la relajación de las presiones inflacionistas y a la reducción gradual de los desequilibrios por cuenta corriente. Este escenario se sustenta en la creciente evidencia de una recuperación de corte clásico en la zona del euro y Japón, con un aumento de las exportaciones que fomenta niveles de inversión cada vez mayores y, por ende, de empleo y consumo. Otra señal alentadora es el vigor de la demanda interna en las principales economías de mercado emergentes.

No obstante, este escenario base sigue sujeto a importantes riesgos a corto plazo. Los efectos de la desaceleración del mercado de la vivienda estadounidense podrían no haberse puesto aún plenamente de manifiesto. Es cierto que Europa y Asia parecen depender menos que hace algunos años del crecimiento de Estados Unidos, pero aun así existen incógnitas sobre la fortaleza del consumo en estas regiones y en los países industriales avanzados en general. Al mismo tiempo, aún no se sabe si las presiones inflacionistas se han contenido; en particular, todavía se aprecian presiones subyacentes en las principales economías y no está claro si la moderación prevista del crecimiento conseguirá reducir de forma significativa las presiones que soportan los factores. Las condiciones de financiación, que han seguido alentando el crecimiento, también podrían tornarse más restrictivas a la larga, en especial si se percibiese un aumento de los riesgos inflacionistas.